martes, 15 de julio de 2014

'Aranycsapat' El equipo de Oro

'Inter gauche, Puskas, numero dix...' Estallaba un estruendo en aquel estadio de Berna tras pronunciarse esas palabras por la megafonía que anunciaba el once de la mejor Hungría que se haya podido ver jamás.

Esta magnífica selección de los 'magiares' comandada por Gustav Sebes se dio a conocer en el mundo entero en lo que fue llamado 'The Match of the Century' (El partido del siglo), tal y como lo tituló The Times el día después de aquella mágica noche del 25 de Noviembre de 1953, en la que por primera vez un equipo no británico ganaba en Wembley. Un encuentro que reunía unos jugadores envidiables aún a día de hoy, por parte de Hungría: Grosic; Buzanszky, Lorant, Lantos; Bozsik, Zakarias; Budai, Kocsis, Hidegkuti, Puskas y Czibor. Además de la calidad, detrás estaba la táctica, y también había de sobra: se renovó la famosa WM; dejaba 3 defensas y dos centrocampistas, pero uno de ellos, Zakarias, jugaba entre los centrales, mientras Bozsik combinaba con Hidegkuti que retrasaba su posición, dejaba como carrileros a Budai y a Czibor, y a Puskas y Kocsis de delanteros puros. Puede que solo fuera un amistoso pero el 3-6 retumbó en cualquier rincón del planeta. Marcaron por parte de los húngaros: Puskas un doblete, Hidegkuti un hat-trick y Bozsik; por parte inglesa anotaron: Jackie Sewell, Mortensen y Alf Ramsey uno de los mayores estandartes de esta Inglaterra como Stanley Matthews y Billy Wright. 




Pero no solo se galardona la gran actuación de este partido, el país del Este de Europa consiguió una gran racha desde 1950 hasta ese día de ganar 20 de 23 enfrentamientos y acabar en empate los otros 3. 

Llega la culminación de este país, es Suiza, es 1954, es cuartos de final y el rival es Brasil. La Brasil de Djalma Santos, Didí y Nilton Santos entre otros, un gran equipo pero con la ausencia de su estrella, Zizinho, al cual Zezé Moreira dejó fuera de la lista para esta Copa del Mundo. La 'verdeamarela' llegaba a esta fase después de un partido fácil frente a México dónde goleó 5-0 y Hungría mostrando credenciales al título. Solo quedaba que el balón echara a rodar en el gran estadio de Berna, aquel 27 de Junio, uno de los peores arbitrajes de la historia, a cargo del inglés 'míster Ellis'. Todo iba en su cauce y los 'magiares' se vieron con un 2-0 en apenas 7 minutos, que para poco les sirvió. En el segundo tanto se reclama fuera de juego de Kocsis por parte de los brasileños, que convierten su frustración en patadas que llevan al árbitro a no distinguir entre lances del juego y violencia. Djalma Santos coloca el 2-1 de penalti y más tarde Lantos de nuevo desde los 11 metros pone el 3-1. El partido se convierte en pura pelea callejera y el único que intenta jugar es Julinho que pone el 3-2 y está apunto de conseguir el 3-3, pero en el 88' Kocsis ('La cabeza de oro') pone el 4-2. Entre esas Nilton Santos y Bozsik se enfrentan a tortazos y Ellis los acaba expulsando. Se pita el final con el balón en los pies de Czibor al que Maurinho tiende la mano y asesta un directo a su cara, se incrementa la tensión, el fútbol pasa a un segundo plano y se invade el campo hasta el momento en el que una llamada de los altavoces del estadio calla a la multitud, una llamada de socorro. Las delegaciones de ambos países estaban peleándose gravemente en los vestuarios con botellas y todo tipo de utensilios. La policía tuvo que actuar y consiguió sanar la situación, todo había terminado, la batalla había acabado. Las sanciones a los jugadores según dictó la FIFA quedaron en manos de la federación de las dos selecciones que como es de razonar no actuaron de forma radical en la influencia futbolística.



Los de Sebes conseguirían ganar al vigente campeón de la competición, Uruguay por 4-2 en un partido duro en el que se vio fútbol de verdad y no guerra. Pero llegaba la cumbre de este fútbol, el momento más importante de la historia húngara, Puskas por fin recuperado y el mejor fútbol para demostrar. No se podía pedir más. Era 4 de Julio, un estadio de Berna que la lluvia no pudo evitar llenar hasta la tribuna, dos selecciones esperando el momento de saltar a jugar, Alemania Federal queriendo dejar claro que lo de 1938 fue un tropiezo y Hungría preparada para demostrar que el fútbol de ataque premiaba sobre cualquier otro estilo que existiera. Poco menos de 10 minutos de juego y Czibor ya ha hecho el 2-0. Solo el espíritu alemán podía salvar al rival, y así lo hizo, Morlock pone el 2-1 nada más sacar de centro y más tarde en el 18' Ottmar Walter hace el 2-2 tras recibir el pase de su hermano Fritz Walter en un saque de esquina. Se llega al descanso con empate y con algo más, o por parte de los alemanes, con algo menos, el físico. Pasados unos años de este Mundial se dio a conocer la noticia de que los jugadores alemanes se inyectaron 'pervitina', una sustancia-droga que aumentaba notablemente las prestaciones físicas de los jugadores y que no estaba considerada en aquellas fechas como un medicamento de dopaje, aún así de haberse conocido la noticia se hubiera generado un gran debate. Comienza el segundo tiempo y Hungría es víctima de la táctica que plantea Alemania que pretende que hagan esfuerzos largos para poderse replegar más fácilmente por el campo. Bozsik y Hidegkuti no pueden más y eso condiciona el juego del equipo que pasaba plenamente por los pies de sus mediocentros. Ocurre lo inesperado, tras una galopada de Schäffer, se marcha fácilmente de Buzanszky y saca un centro medido para que el otro extremo, Ranh que gana la espalda a su marcador (Lantos) remate de cabeza y ponga el 3-2. Alemania Federal es campeona del mundo. 



¿Pudo ser una ocasión desaprovechada? ¿Pudo ser lo ingerido por los alemanes durante el intervalo de la primera y la segunda parte? ¿O pudo ser el final de una generación? Nunca se sabrá, pero lo que es seguro es que el mito de aquellos 11 jugadores aún vive en el viejo estadio de la capital suiza y jamás dejará de hacerlo.


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