miércoles, 30 de julio de 2014

Las tres Copas del Bayern

Corrían años en Alemania en los que nadie sabía el por qué del buen fútbol y la calidad que atesoraban 11 jugadores, 11 futbolistas capaces de combatir ante todo, 11 alemanes.

Quedaba ya en el olvido aquel 4-0 del 73 que el Ajax de Johan asestó a este equipo, un Bayern de Múnich totalmente reforzado sabía que eran sus años. Bajo la tutela de Hugo Lattek, se plantaban en la final de la Copa de Europa, era 1974 y el rival el Atlético de Madrid.

15 de Mayo de 1974, la final de Luis Aragonés: Todos los partidos son recordados por algo, ¿por qué no lo iba a ser una final? Es cierto, se recuerda, pero solo por una cosa, por 'El Sabio de Hortaleza'. Ambos equipos sacaron sus mejores armas: Sepp Maier, Franz Beckenbauer, Uli Hoeness, Gerd Müller, ante Luis, Miguel Reina, Ignacio Salcedo, José Ufarte, etcétera. Un encuentro igualado que llevó el tiempo a la prórroga, dónde en el minuto 114' Aragonés lanzó una falta desde el borde del área que poco tuvo que hacer el portero germano, era el 0-1. Los minutos pasaban y el Atlético se veía campeón, pero Schwarzenbeck lanzó un zapatazo en el 120' que Reina midió mal, el 1-1 subía al marcador y al no haber prórroga, debía de haber un partido de vuelta. No hubo campo neutral, se jugó en Alemania. Dos goles de 'Torpedo' Müller y Uli Hoeness dejaron al gran equipo alemán como campeones de Europa, el fútbol era injusto, pero debía de serlo más aún.



Con la primera en el bolsillo, todo pareció sencillo,  Alemania se proclamó campeona del mundo ante Holanda con aquellos goles de Müller en una de sus exhibiciones más recordadas.

Tocaba volver a los clubes, el Leeds United que se había plantado en la final tras haber derrotado al Barcelona de Cruyff, presentaba credenciales al título. Y el Bayern por supuesto, también. Pasó de forma más sencilla, ante un Saint-Étienne del que se hablará en poco tiempo, pero que ya destacaba en su calidad de jugadores.

28 de Mayo de 1975, un 2-0 no significa dominio: Dos grandes plantillas saltaban al terreno para jugarse la hegemonía del viejo continente, solo uno saldría victorioso. Un enfrentamiento para recordar el resto de los días, los ingleses no cesaron de llegar y llegar, pero la efectividad alemana tuvo su efecto y en el 71' por parte de Franz Groth y más tarde en el 81' con Gerd Müller, levantaría para todo el país el segundo galardón europeo, todo un logro, pero cuestionado de nuevo.



La culminación lo llaman algunos, el cambio de fútbol otros. Un joven Platini destacaba en las categorías inferiores del Saint-Étienne, que además de él, tenía a un gran portero, Curcovic, un yugoslavo de metro ochenta capaz de parar lo imparable. La primera y última final para Robert Herbin que había montado un proyecto de ensueño.

12 de Mayo de 1976, la fortuna debe terminarse algún día: Si alguna vez se ha pensado en la fortuna, este partido puede ser el mejor ejemplo de ella. Los franceses dominaron de cabo a rabo el partido, ocasiones, posesión, despliegue físico y táctico, todo. Pero si algo caracteriza a las estrellas es el saber dar lo mejor de si cuando su equipo lo necesita. Una falta al borde del área que tras un toque leve del lanzador, deja el balón franco para Franz Roth, que marca el 1-0, un gol casi idéntico al que Ronald Koeman marcaría en 1992 ante la Sampdoria, precisamente, dos goles con el mismo valor, una Copa de Europa. La insistencia no sirvió para nada y la tercera terminó consiguiéndose, eran los reyes del mundo.



Se cerraba un ciclo, a partir de ahí deberían de pasar 25 años para que el sucesor de Maier, Oliver Kahn, consiguiera alzar de nuevo la orejona. Inglaterra comenzaba a florecer, y un color destacaba por encima de todo, el Rojo.


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