viernes, 22 de agosto de 2014

Duncan Edwards

'The Busby Babes', así fueron apodados un pequeño grupo de integrantes del posible mejor equipo de todos los tiempos en el fútbol inglés, debido a su temprana edad. El desparpajo y calidad con la que jugaban lo tenían pocos en aquella época, había que salir de la isla para poder ver a 'La Saeta' cabalgar sobre los mejores céspedes del viejo continente, y encontrar así algún parecido a estos chicos a los que hoy se les vería como leyendas.

El equipo tenía todo lo necesario y más, jugadores como Roger Byrne al que no se le escapaba un delantero rival, o Bobby Charlton, toda una promesa que estaba llamado a ser el estandarte número uno del club. Siempre con permiso del futbolista al que todo aficionado que vio jugar consideró como algo mágico, algo insólito, algo como Duncan Edwards; capaz de crear superioridad en cualquier palmo del terreno de juego. Ganaron la primera liga en 1956, conquista que les llevaría a una Semifinal de Copa de Europa en la que caería ante el Real Madrid de 'Los Vikingos'. También ganarían la de 1957, volverían a Semifinales, pero esta vez de una forma trágica.



Es Cuartos de Final, el Manchester United accede tras vencer al Dukla de Praga en Octavos. Queda así encuadrado ante el Estrella Roja de Belgrado, al que superaría por 2-1 en la ida. La vuelta se jugaba en Serbia bajo la espesa niebla de Febrero que bañaba el estadio, un encuentro que acaba en empate a 3, que da el pase a los 'Red Devils' a la siguiente ronda, y les permite seguir intentando arrebatar al Madrid la hegemonía de Europa. Todo un logro, había que celebrarlo, pero tocaba volver a casa, la liga esperaba y si no llegaban a tiempo, se les daría el partido por perdido. Los nervios corrían y mientras tanto Johnny Berry buscaba su pasaporte perdido, el avión saldría rumbo a Múnich, donde tras hacer escala para repostar, llegaría finalmente a la ciudad inglesa donde se festejaría la victoria, un festejo que jamás tuvo lugar. Se aterrizó en la capital alemana y tras dos intentos de despegue, la pista totalmente congelada no ayudó a que todo adquiriera la forma adecuada, el 'Airspeed Ambassador' se elevó a poco más de 100 metros y cayó sobre una casa abandonada.

La tragedia había ocurrido, 22 personas murieron en el acto, y solo una resistió para hacerlo más tarde. Quince días después, Duncan Edwards fallecía debido a sus graves heridas, siempre fuerte, resistió hasta el último segundo, dejando su última frase al ayudante de Matt Busby, Jimmy Murphy: '¿A qué hora jugamos contra los Wolves? No me lo pienso perder de ninguna forma'.

miércoles, 13 de agosto de 2014

'El Tulipán Negro' Ruud Gullit

'Un equipo es como un buen reloj: si se pierde una pieza es bonito, pero ya no vuelve a funcionar igual'

Era un simple 1 de Septiembre en la capital holandesa, Ámsterdam; 1962 y en el país emergía un equipo que dominaría el mundo. Ese día nacía un jugador capaz de ser lo más polivalente jamás visto desde Di Stefano, un jugador que bordeaba lo soporífero en cuanto a carácter, juego y calidad, nacía Ruud Gullit. Hijo de un padre que emigró desde Surinam y de una amante que poseía aún estando casado. Desde edades tempranas, se interesó por el fútbol, y a la edad de 10 años se mudó al Oeste de la ciudad para jugar en el DWS, dónde coincidió con futuras estrellas como Ronald Koeman o Frank Rijkaard.

Llegado 1978, hace su debut con el HFC Haarlem, convirtiéndose en el jugador más joven de la Eredivisie, con tan solo 16 años. Jugaría en el club 91 partidos en los que marcaría un total de 32 goles y se encargaría de llevarlo a la Copa de la UEFA en la temporada 81-82. Logro que le ayudó a demostrar todo su potencial e incluso acabar denominado como el 'Duncan Edwards holandés' por su parecido al joven jugador inglés que falleció en la tragedia aérea de Múnich en 1958 y que despuntaba con tempranas edades.



Después de ser pretendido por varios clubes ingleses entre ellos el Arsenal, se decidió por ir al Feyernoord, equipo en el que coincidiría con un veterano Johan Cruyff, al que él le atribuye el cartel de su maestro en el campo. Además adaptó y asentó su juego a una posición más atrasada, la media-punta, dónde al igual que en el extremo, lo bordaba; todo esto se culminó siendo nombrado futbolista del año de Holanda en 1984. Marcó 31 goles en 85 partidos haciendo valer su nombre en lo alto. Por desgracia no todo fueron sonrisas; aparte de atesorar gran calidad futbolística, Gullit era defensor de la lucha frente al racismo, fue respetado durante sus primeros años, pero en un partido ante el St. Mirren F.C. , terminó insultado con términos racistas por parte de los ultras del conjunto escocés, situación que él describió como: 'el peor momento de su vida'.

Olvidados lo momentos difíciles, el PSV Eindhoven puso una oferta imposible de rechazar encima de la mesa, 1'2 millones de florines, oferta que el Feyenoord y el jugador aceptaron. Esto le costó años de ser acusado un vendido y haber traicionado al club que se lo había dado todo. Fue nombrado futbolista del año de nuevo en 1986 y aumentó su cifra de goles con un total de 46 en 68 partidos, además de contribuir a la consecución de la Eredivisie en ese mismo año y en 1987. Despertó el afán de los grandes europeos y con 25 años, tocaría el cielo de la élite.



El Milan de Berlusconi quería un proyecto que reinara en el mundo, y pagó la friolera de 18 millones de florines por el holandés, cifra que serviría para situarle en el Ranking número uno de fichajes en aquella época. Ese mismo año ganó el Balón de Oro que dedicaría a su mentor, Nelson Mandela y a la oposición a marginar a personas de color. Jugó de forma brillante y dominó en el esquema de Arrigo Sacchi, ayudó a la consecución de 2 Copas de Europa consecutivas, última vez que un club consiguió tal hazaña. Marcó dos goles en la famosa final ante el Steaua de Bucarest en 1989, ganando de nuevo el premio World Soccer al mejor jugador del mundo. A partir de ahí las lesiones fueron las culpables de tumbar a este gran icono, al que con 28 años el fútbol dejó de baja en un partido contra el Olympique de Marsella durante una gran cantidad de tiempo. Ganó 3 Scudetos y 3 Supercopas italianas en cuanto a campeonatos domésticos se refiere.

En 1993 firmó por la Sampdoria tras no poder jugar la final de la UEFA Champions League que terminaría perdiendo el Milan contra el Olympique de Marsella con el gol de Basile Boli de cabeza. Retornaría al conjunto de Milan y ganaría otra Supercopa italiana, aunque de nuevo volvería a la Sampdoria a mediados de temporada.

Culminaría su carrera en las colonias inglesas, como centro-campista del Chelsea F.C. con el que conquistaría una Copa de Inglaterra en 1997 y dónde terminaría su carrera deportiva en 1998, iniciándose así en la vida de entrenador.



La selección estuvo totalmente marcada por él y dos jugadores, Marco Van Basten y Frank Rijkaard, con los que ganó la Eurocopa de 1988 bajo la tutela de Rinus Michels como seleccionador, el que fuera creador del mejor fútbol holandés de la historia.

Toda una carrera plagada de récords y logros, toda una calidad que atesora, todo un recorrido de 10 en cualquiera de los equipos en los que jugó, una leyenda viva, un Tulipán de aún florece en Italia.