viernes, 18 de julio de 2014

La maldición europea del Benfica

'Sin mí, el Benfica no volverá a ganar una copa europea' Béla Guttmann.

Era 27 de Enero de 1899, un día cualquiera para todos, menos para la familia Guttmann de Budapest, ese día nacía uno de sus hijos. Un chico cualquiera al que empezaron a catalogar con fama de destacado en el deporte hasta que se decidió por dedicar su vida al fútbol. Con 20 años debutó en el Hungária en la posición de pivote-central, club en el que pasó 2 años hasta fichar por el Hakoah Vienna para pasar 4 años allí y cruzar el charco hacia los Estados Unidos, dónde jugaría en diferentes clubes de Nueva York (tres en concreto) y en Brooklyn Wanderers. Como etapa final, jugó en el Hakoah All-Stars y con 32 años y una carrera modesta decidió dejar el césped para centrarse en los banquillos.



Comenzó su andada como entrenador en el segundo club de su carrera, el Hakoah Vienna, aunque no sería el único en el que permanecería. Tras 2 años en este club, entrenó al Sportclub Enschede holandés y de nuevo volvería al conjunto austriaco para permanecer un año y marcharse a toda una aventura de aprendizaje en 6 países diferentes (Hungría, Rumanía, Italia, Argentina, Chipre y Brasil) en los que entrenaría a 13 conjuntos distintos (se destacan: Quilmes, Milan y Apoel de Nicosia). Tras estas veinte temporadas, el húngaro desembarcó en la ciudad de Oporto para comenzar un proyecto en equipos portugueses. Entrenó un año al Porto y al siguiente comenzó todo, Béla llegaba a Lisboa.

Era 1959 y el Benfica necesitaba formarse. Que mejor técnico que el del mayor rival del país para crear un equipo plagado de jugadores con calidad y a poder ser, portugueses o nacionalizados en Portugal, con una consigna clave, hacer goles, muchos goles. En 1960, el Benfica es campeón de liga con Guttmann al frente, galardón que le permite acceder a la Copa de Europa por segunda vez en su historia (ya la jugó en 1958).

El Real Madrid se paseaba con su 'Saeta' y con unos jugadores de envidia por toda Europa, haciéndose llamar: 'Los Vikingos'. Cinco años consecutivos ganando el trofeo más codiciado en todo el continente y sin derrota alguna, en algún momento la racha se debía de cortar, y así fue. Octavos de Final y el Barcelona de Czibor, Kocsis y Suárez eliminaba al gran Madrid de Puskas y Di Stefano con un parcial de 4-3 para los 'blaugranas', que al superar al Hradec Králové en Cuartos y al Hamburgo en Semifinales, se plantó en la final, en Berna y contra el Benfica.



Un Barcelona lanzado al título, un juego grandioso planteado por el gran técnico Cántabro, Enrique Orizaola, que se adelantó primero mediante Sándor Kocsis en el minuto 20'. Poco duró la ventaja ya que el media-punta José Águas consiguió poner las tablas en el 30'. Una carrera de un jugador puede estar marcada por goles, por logros o por capitanía; pero la del guarda-meta Antoni Ramallets será recordada por el gran fallo que propició justo dos minutos después del empate por parte del equipo lisboeta, una jugada que significaba el gol en propia puerta y el 2-1, que más tarde se ampliaría al 3-1 gracias al portugués Mário Coluna en el 55'. Después, en el 75', Zoltán Czibor recortaría distancias con el 3-2, pero ya era demasiado tarde y el dolor estaba hecho. Una gran cantidad de tiros por parte de los españoles al palo que no entraban, algo que creó el rumor y la creencia de que los postes de la portería debían ser redondos y no cuadrados como eran, a ese partido y a muchos más debemos hoy la forma de éstas.

Al día siguiente, los diarios portugueses titularon: 'El Benfica y la Virgen de Fátima, hacen a Portugal campeona de Europa'. Tal vez a los españoles les hubiera ayudado la Virgen del Pilar, pero ese año por desgracia no tocaba...



El club de la capital portuguesa rompía con los esquemas, pero faltaba una pequeña pieza, un mozambiqueño de 20 años cuyo ídolo era el gran Alfredo, deslumbraba en las categorías inferiores y debutaba con el Benfica en 1962. Casualidad sea o no que ese mismo año la final se jugara en el Olímpico de Ámsterdam y nada menos que entre el Benfica y el Real Madrid.

Un partido para la historia, una constante lucha por el gol que comenzó el Madrid en el minuto 17' con el primero de Puskas y que más tarde ampliaría con otro en el 23'. Pero Béla sabía como jugarle las cartas a Miguel Muñoz y golpeó por partida doble, en el 25', con gol de José Águas y en el 34', tanto que anotó el central Cavém, dejando el marcador en 2-2. Los blancos reaccionaron, y lo hicieron de manera brillante, Puskas anotó el 3-2, certificando su Hat-Trick, que no tendría otra finalidad que maquillar el resultado final. Llegaba la segunda parte, y con ella aparecieron los dos mozambiqueños de nacionalidad portuguesa, grandes goleadores, Mário Coluna que puso las tablas en el 51' y Eusébio, que dio el empuje en el 65' y el 68' para certificar lo que se preveía, un 5-3 que sonaba a cambio de era, un resultado que coronaba a un técnico totalmente ganador.



Tras acabar el partido, Guttmann pidió un aumento salarial, pero al reclamarlo, fue despedido, lo que generó una rabia intensa en el entrenador, que al marcharse, deseó lo peor al club e insinuó que nadie mejor que él conocía el secreto de como ganar una competición europea.

Accedió como entrenador al Peñarol, vigente campeón de la Libertadores, y más tarde pasó a entrenar a la selección de Austria, para en 1965 volver al club de Lisboa tras haber perdido la final europea ese año frente al gran Inter de Sandro Mazzola y Luis Suárez. Consiguió quedar en segundo puesto en el campeonato doméstico y se marchó al Servette suizo y después al Panathinaikos. Pasada su etapa en Grecia , estuvo 6 años sin entrenar para volver en 1973 y encargarse del FK Austria Viena menos de un año. En la temporada 1973-1974 siendo entrenador del Porto (club al que vuelve tras pasar por Viena), termina su carrera deportiva.

El 28 de Agosto de 1981 fallecía en Viena a los 82 años y tras una vida dedicada por y para los banquillos, pero tal vez recordada por uno que hasta el día de hoy ha estado maldecido en todas y cada una de las 7 finales que ha jugado el Benfica por un título europeo desde que esa frase fue dictada.

¿Una leyenda o una realidad?


No hay comentarios:

Publicar un comentario