lunes, 22 de diciembre de 2014

Los Leones de Lisboa

'El mejor lugar para defender es el área contraria'. Jock Stein.

La obra maestra de Jock Stein comenzaba a tomar forma, los Murdoch, Johnstone y Lennox se reafirmaban en cada partido y la recompensa debía llegar en poco tiempo. Corriendo años grandiosos, el Celtic de Glasgow ganaba la liga escocesa en su primera temporada al completo del técnico no católico (primero en la historia del club). Gracias a este indicio, el equipo británico emprendería una travesía que estaría llena de gran juego y calidad, una travesía llamada Copa de Europa.

Con el Madrid 'yé-yé' de líder absoluto tras conquistar el campeonato la campaña anterior, los demás equipos trataban de reforzar sus filas con ciertos jugadores que dejaran buenas pinceladas y que finalizaran ocasiones en ataque que en su mayoría eran intervenidas por los grandes guarda-metas del momento en el viejo continente. Al ser clasificado de manera normal, es decir, habiendo ganado la liga de su país, el Celtic tuvo que jugar la ronda de Dieciseisavos, cosa por la que los blancos no tuvieron que pasar. El rival fue el Zürich suizo, que acabó siendo empañado por un magnífico global de 8-0 que certificaba el pase a Octavos. Enfrentamientos que serían todo un trámite con un doble 3-1 para volar directos a los Cuartos de Final donde esperaría el FK Vojvodina.

La historia quiso ser caprichosa y adelantó en la ida a los yugoslavos con un gol que solucionaría en Escocia el ataque imparable que se vio combinado con la suerte de que Billy McNeill, el capitán, anotara en el último suspiro del encuentro reconociendo la dureza del cara a cara ante los del Este de Europa. Más tarde, el viaje continuó hacia la República Checa, donde el Dukla Praha no sería problema alguno gracias a un buen planteamiento que les dio el 3-1 en la ida y que ayudó al 0-0 en casa de sus rivales. Pero antes de tirar los cohetes quedaba algo mucho más duro, quedaba uno de los huesos que ningún perro quería roer. Capaz de eliminar al mismísimo Real Madrid, el Inter de Milán se plantaba en la final del trofeo europeo habiendo derrotado al Cerveno Zname (más tarde conocido como CSKA Sofía) en Semifinales pasando por un tercer partido de prórroga en el que los de Helenio Herrera ganaron por 1-0.



Finalmente la suerte estaba echada, era 25 de Mayo de 1967 en el Estadio Nacional de Lisboa y ante 56.000 espectadores se iba a dictar la sentencia de uno de los mejores conjuntos de la historia a causa de la falta del Balón de Oro de hacía 7 años, Luis Suárez Miramontes. Desgraciadamente las lesiones terminaron con la perla española y le impidieron el jugar esta batalla que será recordada por muchas cosas y jamás por un detalle suyo como en las anteriores finales jugadas y ganadas. Olvidada su baja solo se podía mirar hacia adelante, pensando que con los grandes jugadores que había en las filas italianas todo sería posible. Formaban los Sarti, Guarnieri, Fachetti, Domenghini, Bicili y por supuesto el gran Sandro Mazzola que estaría atareado durante toda la tarde intentando tirar de un ataque que flaqueaba en ciertos puntos. Por otra parte, los de Glasgow no movían ficha alguna, la solidez de su capitán Billy Mcneill estaba asegurada junto a otros tres grandes defensas: Kim Craig, John Clark y el más tarde conocido, Tommy Gemmell. Todos formaban una línea imparable que entrando en contacto con 'Bobby' Murdoch y Bertie Auld ayudaban a la salida de balón para combinar con Robert Lennox o 'Jimmy' Johnstone, los principales estandartes de las bandas.

Con todo preparado, el colegiado Kurt Tschenscher daba comienzo a un encuentro que empezaría a dar coletazos de contras muy seguidas y de idas y vueltas constantes por parte de ambas plantillas. Así se mantuvo hasta que en el minuto 6 un penalti fue cometido por infracción clara de los centrales de Parkhead, terminando en el 1-0 con un disparo raso a la derecha de Ronnie Simpson que saldría de las botas de Mazzola. A raíz de ese instante todo dio un vuelco que afortunadamente no fue para mal. Los de Stein empezaron a atacar sin cesar ni un segundo y la salida de los Neazzurri se volvía cada vez más difícil provocando gran cantidad de balones retrocedidos a un enorme Giuliano Sarti que paró todo lo que le tiraron, siendo éste el mejor de todo su equipo. Corso fallaba en la entrega, Sandro tenía que salir sin apoyos, y la banda de Johnstone era la preferida para profundizar o servir de alternancia al juego por el centro que Wallace entendía a la perfección.

De esta forma acababa la primera mitad, con una superioridad pasmosa que se vería reflejada en los compases iniciales del segundo período en el que poco tardaron los escoceses en tener de cara una falta indirecta dentro del área que acabaría en un gol sacado por la defensa y por lo tanto no contando en el marcador. La misma copla se repetía, el baño de fútbol estaba claro, y a pesar de que los Beneamata quisieran arrancar su cabalgada hacia la zona contraria, la jugada siempre acababa en una aproximación del rival. La perseverancia dio sus frutos, y después de tanto insistir, una llegada de segunda línea de Tommy Gemmell ponía el empate con un zapatazo cruzado que fue imparable para el cancerbero. Todo empezaba a tomar forma, las arrancadas de Domenghini dieron algo que profundidad a un Inter totalmente muerto que se veía en las arcas del Celtic. Así se llegó al minuto clave, el 84', momento en el que Stevie Chalmers quiso hacerse un hueco en la historia con un disparo cruzado raso medido a la izquierda de Sarti que poco pudo hacer mas que mirar como se le escapaba el trofeo. Solo quedaba ya el hacer tiempo ante la pasividad defensiva de los de Helenio Herrera, los cuales se vieron apresurados para sacar adelante algo que estaba terminado desde hacía tiempo, no por ventaja, sino por calidad.



Era de esta forma como todo terminaba, los intensos 90 minutos eran interrumpidos por la entrada de aficionados y periodistas que deseaban más que cualquier cosa el obtener algo que merecían, porque la profecía se abría. Un año después del Mundial de Inglaterra 66, un conjunto inglés ganaba el primer título continental para las islas, no siendo éste uno cualquiera, sino el Celtic de Glasgow.






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